“Juro por Apolo el Médico y Esculapio y por Hygeia y Panacea y por todos los dioses y diosas, poniéndolos de jueces, que este mi juramento será cumplido hasta donde tenga poder y discernimiento. (…) A nadie daré una droga mortal aún cuando me sea solicitada, ni daré consejo con este fin. De la misma manera, no daré a ninguna mujer supositorios destructores; mantendré mi vida y mi arte alejado de la culpa.”, es un fragmento del tan popularmente mencionado pero a la vez desconocido juramento hipocrático, aquel compromiso que adquieren los médicos de forma previa a obtener su título que los reconozcan como profesionales.

Evidentemente, mal haríamos en pensar que una persona entregaría como mínimo siete (07) años de su vida (entre estudio de pregrado, internado, rural, requisitos de grado, etc.), para estudiar medicina y una vez graduado, pretender hacer daño a sus pacientes, pero desafortunadamente tan respetada profesión, hoy está queriendo ser degradad en la práctica, pues muchos de los pacientes en su ignorancia y afán de riqueza, acuden al médico ya no con el objetivo de ser sanados de sus dolencias, sino a la espera de imputar cualquier circunstancia, incluso propias de la enfermedad que padece, como negligencia del profesional que lo atiende.

Es cierto que como humanos, podemos errar, y un médico no está exento, pero eso no quiere decir que, toda complicación que tenga un paciente, pueda ser imputada al actuar médico. Existen formas documentadas, desarrolladas e incluso protocolizadas en el área de la salud, con el objetivo de mitigar riesgos propios de la profesión, algunas de esas son:

  • Seguimiento de los protocolos y guías médicos e institucionales
  • Evitar turnos extensos
  • Lectura y adecuado registro de la Historia Clínica (Conlleva la clara identificación del paciente y claridad sobre su condición)
  • Cumplimiento listas de chequeo en los procedimientos que estén establecidas
  • Capacitación permanente

Adicional a lo anterior, el mantener una buena relación médico paciente, permite reducir el riesgo no solo en la ocurrencia de eventos adversos, también permite comprender al paciente y sus familiares, que las posibles complicaciones inherentes a su enfermedad, no son imputables a los profesionales que lo están atendiendo y por el contrario, se busca evitar la ocurrencia de los mismos al máximo.

Ahora bien, como se mencionó, los médicos también son falibles, y ante la ocurrencia de un evento adverso, se recomienda siempre consultar de forma preventiva y con la mayor inmediatez a la ocurrencia del mismo, consultar con un profesional del derecho especializado, quien lo podrá orientar en el manejo del evento desde el punto de vista legal, y le podrá brindar recomendaciones útiles, de cara a posibles reclamaciones.

Lo que si debe quedar claro, es que no se pueden generalizar que los eventos adversos, deriven siempre de negligencia médica, de la voluntad de causar daño imputable a los profesionales en salud, como en la practica se viraliza esta opinión, pues lejos esta la medicina, de ser una rama, en la que se pretenda hacer daño a los pacientes, quienes hoy en día ven en sus derechos como usuarios del sistema de salud Colombiano (que por cierto padece de una grave patología), una oportunidad de riqueza, la anterior afirmación sin perjuicio del derecho objetivo a que los daños sufridos por un actual culpable o doloso, que en todo caso, no puede ir más allá de la reparación de un daño personal y cierto.